Mujeres III

Durante esas horas de soledad en que meditaba acerca de aquellos acontecimientos de los últimos días por los cuales todos nos condenaban, me acompañaban las imágenes de ese amor divino, repetidas una y otra vez en la semipenumbra de mi dormitorio por lo que yo creía una imaginaria emanación de mis recuerdos, mas luego -muchos años después- comprendería no eran otra cosa que las verdaderas, preciosas estampas de nuestros dulcísimos actos y emociones de aquella madrugada incomparable.

sábado, marzo 26, 2005

Pasó el tiempo...

La música Posted by Hello


Pasó el tiempo y me olvidé. Hasta que la vi aparecer ante mí de una manera tan sorpresiva que casi me voy de nuca. Apareció, nada más, ahí a cuatro metros de distancia y encima avanzando hacia mí. Yo estaba sentado ante el escritorio de entrada en la revista Posición, hablando por teléfono. Había una puerta cancel, con vidrios, como es habitual, y poco más allá una puerta principal que casi todo el tiempo permanecía abierta. Entró un grupo de cuatro o cinco compañeros, todos "pesados" del Partido, y junto a uno de ellos, como de cuarenta años o más, venía ella. "No puede ser su compañera", me acuerdo que pensé "el tipo es un viejo". Pasaron junto a mí saludándome con la mano y yo me quedé tan azorado que en todo el tiempo que duró la reunión, pese a que la hicieron en la ancha sala de Redacción donde también estaba mi mesa de dibujo no me atreví a entrar ni una sola vez. Cuando se fueron yo aún estaba ahí. Me alcanzó esa fugaz aparición para notar que ella estaba cambiada. Su rostro y su cuerpo seguían siendo los de una adolescente, pero ya no vestía como antes. Iba ahora desaliñada, con ropas raídas y una pollera azul muy larga, por lo cual concluí que por fin había terminado incorporándose al PRT. Se cultivaba ese agresivo abandono indumentario en las filas del "partido de cuadros" que también yo integraba. Luego de irse el grupo alguien hizo respetuosos comentarios sobre "Bigote" Desantis, de quien pese a los tabicamientos imprescindibles se conocía que había sido oficial subalterno del ejército, luego hippie, ahora un importante cuadro revolucionario. Alguien hizo un comentario admirativo acerca de la joven compañera que venía con ellos, a quien mencionaron como "la Negra".
En ese tiempo había muchas "Negras". Era un orgullo decirse "Negra" o "Negro", era ser proletario. Hasta las rubias se hacían llamar "Negras", pues representaba una reivindicación de aquellos a quienes la burguesía aplicaba el nombre con desprecio. Aunque también había negras en serio, es decir, morochonas fuertes o refinadas; para el PRT eran como el arquetipo. La Negra de que ahora hablamos no era ni uno ni otro extremo. De tez blanca, su raza pertenecía a ese intermedio exquisito del mediodía europeo, tan agradable a los clásicos renacentistas, y quizá por ello para mí (estudiante de pintura desde la infancia) tan extraordinariamente motivadora.